La casa del éxtasis se inauguró quién sabe cuándo, y aunque no existe en el mundo, ahí vivo yo. “Hágase en la Tierra como en el Cielo”, le rezo a dioses de tres religiones distintas para que, un día, la casa pueda vivir a la orilla de algún tributario del Samaná y oír la melodía de los arrendajos. De alba a ocaso y a veces a media noche, recorro la casa de esquina a esquina y de trojas a terrazas. Cuando ando los pasillos interminables, pienso en Comala porque la casa también está llena de fantasmas que se parchan a contarme historias o a preguntarme sobre la vida: “¿a dónde miran los girasoles por la noche?”, “¿los osos hormigueros son sólo osos estándar para las hormigas?”.
Últimamente, en la casa suenan puras cumbias que me ayudan a anclarla a donde pertenece: Suramérica.
El pescador habla con la Luna
El pescador habla con la playa
El pescador no tiene fortuna
Solo su atarraya
Pero hace días, cuando en la casa no sonaban cumbias, sonaban incoherencias porque uno de los fantasmas estaba dándole vueltas a la perilla del radio sin dejar sonar una canción completa. Eso paró cuando llegó el muchacho que desconectó el aparato. A mí no se me había ocurrido. Yo estaba anotando las emisoras y las letras, tratando de entender si había un patrón o un mensaje en clave. Resulta que me estaba enloqueciendo sin motivo.
Al principio, la presencia del muchacho era desconcertante. Llegó a mala hora porque había cosecha de café y el aroma del grano hace florecer y marchitar los árboles varias veces al día. En esas temporadas, los campos son inaccesibles porque el piso se cubre con capas de guayabas que, eventualmente, se descomponen por bultos. Y, para acabar de ajustar, la fragancia rancia de las frutas rosadas alimenta las ansiedades de las almas penitentes, por lo que el pobre inquilino tuvo que lidiar, sin advertencia, con los susurros de las paredes, los retorcijones de los techos y mis inseguridades. Dudo que sepa que lo uno tiene que ver con lo otro. Tengo que empezar a escribir un manual de supervivencia para los que llegan.
El muchacho es el primero de su tipo. Primero llegaron los que tomaban fotos para alardear, sin solicitar quedarse ni recorrer los invernaderos. Hace tres años los dejé de recibir debido a los cientos de jarrones partidos, flores arrancadas, y fiestas de invitados no deseados en los jardines.
NOTICE: ACCESS IS NO LONGER GRANTED FOR THE MERELY CURIOUS.
Después de eso, empezaron a venir los que querían verlo todo de inmediato. Tan pronto entraban, cerraban las rejas y abrían sus maletas llenas de remordimientos del pasado, secretos incómodos y botellas vacías. Esos se instalaban antes de que yo les mostrara los sótanos y había que contratar cinco tractores para poderlos sacar. En la salida, tres intentaron prenderle fuego a mis bosques prístinos pero no pudieron.
NOTICE: ALL VISITORS SUBJECT TO TRIAL PERIOD COMMENSURATE WITH MY UNDISCLOSED JUDGMENT BEFORE PERMANENT ARRANGEMENTS.
Los avisos están en inglés porque los que hablan español no copian de diplomacias, así como la frescura de los balcones no copia de la insoportable canícula de Julio.
Como nunca ha habido otro como él en la casa, me toca perseguirlo sin dejarme ver cuando va inspeccionando las salas de doble altura. Ha traído cosas de a poquitos: flores, una enciclopedia, películas en VHS, especias, una mata de burundanga. Al principio interpteté la parsimonia como señal de incomformidad, creí que la reja entreabierta era señal de que iba a salir pronto. Pero el muchacho no se ha ido. En cambio, se sienta a leer sin premura al lado de las fuentes. A veces no explora, no mira, no saca la lupa, el muchacho sólo está. Inexplicable ante mis ojos que sólo conocen la urgencia. Pero en esos instantes en que el muchacho deja de admirar la casa como un ente separado, se empieza a convertir en parte del paisaje. Es el primero en años que parece habitar la casa.
Cuando dudo, llamo a que también lo mire el que siempre ha tenido las llaves y me ayuda con las huertas desde que el guadañador me mató los primeros tomates. No dice nada sino que me persigue con frutas de higuerillo. Gracias a él todo es tan fértil como en la casa frente al páramo de Don Jader y doña Nora.
Dios quiera que al muchacho no lo espanten mis gritos de guácharo mientras las ánimas me hacen la cesárea. Ya me aprendí su olor y sus horas de dormir. ¿Estoy anestesiada? seguro, sólo siento dolor de espalda, debe ser el cateter de la epidural. Igual grito de imaginarme lo que me están haciendo a mí y a la casa pero que no puedo ver. Les pediría que me duerman del todo pero me van a decir que tengo que estar consciente en el proceso. Quién sabe qué está naciendo. Ojalá él siga aquí para ver.
Notes and updates:
✷ I gave up on making sense/having consistent genres/writing in a consistent language. Hope you enjoy the diversity in my posts and emails :)
✷ I apologise if you are trying to translate my Spanish posts to English. I tried AI and Google translate and both did a terrible job.
✷ It’s summer and I haven’t yet touched a lake. Please pray for my lake-swimming kinda summer to come to life.
✷ I can’t stop listening to Humano Studios’ Cumbia sessions.
✷ Journal highlight: “Dejarme guiar implica dejar de pensar que tengo que tomar decisiones en el momento presente”.
✷ Amelie reminded me of the importance of paying attention to small details so I can properly love people around me.